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La base perfecta será aquélla que resulte ‘virtualmente’ invisible cuando sea aplicada en el rostro, entre los pómulos y el contorno de la cara. 
Además, deberá tener en cuenta que el color y las necesidades de la piel varían a lo largo del año, por lo que no será suficiente con una única base para los doce meses. Así por ejemplo, para el verano puede resultar adecuado el uso de una hidratante con color, una base un poco menos suave para el invierno y para el otoño y la primavera un tono intermedio. 
Para conseguir mejores resultados es importante empezar por limpiar, tonificar e hidratar la piel. Esto facilitará la posterior aplicación, eso sí, siempre habiendo esperado un minuto aproximadamente para que la hidratante se absorba bien. 

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